En el despertar de este sábado, unos 500 agentes de la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana de Campeche se manifestaron contra los presuntos abusos que han sufrido durante el gobierno de Morena, que entregó los cuerpos de seguridad a las autoridades centrales. Los funcionarios foráneos convirtieron las corporaciones policiacas en un coto de poder y de nepotismo.

Medio millar de uniformados se congregaron afuera de las instalaciones policiacas, impidiendo la entrada y salida de las unidades. Esta acción paralizó el servicio de seguridad policiaca en la localidad.

Los policías, hartos de los malos tratos, la falta de equipamiento y los bajos sueldos, han expresado que no están dispuestos a arriesgar sus vidas hasta que sus demandas sean atendidas. Uno de los agentes declaró: “No vamos a trabajar sino hasta que nuestras condiciones mejoren. Nos tratan mal y nuestros sueldos están estancados“.

Los manifestantes han hecho un llamado directo a la titular de la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana (SPSC), Marcela Muñoz Martínez, exigiendo una pronta respuesta a sus reclamos.

Los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública de Campeche tomaron las instalaciones y advirtieron que no saldrán a trabajar en protesta por los malos tratos, la falta de equipamiento y los bajos sueldos que tienen.

En Campeche, el gobierno morenista de Layda Sansores Sanromán entregó las corporaciones policiacas a personas foráneas, bajo cuya administración ha crecido visiblemente el crimen organizado, en particular el narcotráfico y el cobro de los derechos de piso. Mientras las ejecuciones crecen, los jefes privilegiados se dieron el lujo de presumir sus viajes en cruceros en la navidad pasada.

Los policías inconformes indicaron que a diario arriesgan sus vidas y que no solo reciben malos tratos, sino que sus salarios están “estancados”. Exigen la renuncia del director de la Policía Estatal Preventiva, Antonio Saradán Solís Santiago. 

La gota que derramó el vaso del hartazgo policiaco fue el operativo realizado en el Centro Penitenciario de San Francisco Kobén, donde fueron enviados con equipo táctico en malas condiciones, lo que provocó no pudieran repeler los ataques de los reclusos, resultando al menos 28 agentes policiales heridos.